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Bolívar en la poesía Latinoamericana y Caribeña

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Por IELA em 02 de janeiro de 2020

Bolívar en la poesía Latinoamericana  y Caribeña

En el 17 de diciembre, conmemoramos el 189 aniversario de la muerte del Padre de la Patria, el Libertador Simón Bolívar, el gigante nuestro que con su genio y con su espada, liberó del yugo del imperio español a cinco  naciones del Continente: Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú y Bolivia, convertidas luego en seis al desprenderse de Colombia el departamento del istmo y declarado como República de Panamá, para así cumplir con el  juramento que hizo en el Monte Sacro en 1805, al lado del maestro Simón Rodríguez:
¡Juro delante de usted; juro por el Dios de mis padres; juro por ellos; juro por mi honor, y juro por mi Patria, que no daré descanso a mi brazo, ni reposo a mi alma, hasta que haya roto las cadenas que nos oprimen por voluntad del poder español!

De manera que ante un año más de su partida física, hemos querido rendirle homenaje a través de una selección de poemas dedicados a su enorme y sublime hazaña por un conjunto de relevantes bardos de estas tierras liberadas, que hemos tomado de distintas fuentes, y en particular, de la selección que concibió el poeta tachirense, Manuel Felipe Rugeles, en su libro “Poetas de América Cantan A Bolívar” (Ediciones de la Embajada de Venezuela, Buenos Aires, 1.951), obra ésta, novedosa en este Continente, como la califica el poeta Rafael Ramón Castellanos en el prólogo de su segunda edición. (Ediciones de la Presidencia de la República, 1.983).
Rugeles, en su libro, logra estructurar y condensar en un tomo de muy fácil y cómodo manejo, una importante cosecha de la lírica latinoamericana, inspirada tanto en la obra libertadora de Simón Bolívar, como en su mensaje trascendente y profético, así como en sus vivencias como ser humano de carne y hueso, nacido para el sacrificio sin pausa y sin ambiciones, por la libertad y la independencia de los pueblos de la América Latina. Es realmente una joya que debe ser leído y releído por nuestros pueblos en estos precisos instantes en que, como lo dice el propio Rugeles en el poema “En Santa Marta”, el cual forma parte del libro:
“Diciembre 17. San Pedro Alejandrino.El reloj dio la una y paró su tic-tac.Hora final del Héroe, del Soñador de América,del Quijote y el Cristo que armó la libertad.Su extraña voz profética se escucha todavía,más alta que los Andes, más sonora que el mar.Cada vez que renace la conciencia del mundo,su mensaje recobra fulgor de eternidad. /” 

El aporte de Rugeles (1) y su infatigable afán por hacer de Venezuela la patria grande para la convivencia solidaria a la muerte de Gómez, una vez de regresó de su largo exilio en Colombia, al lado de las ideas y propuestas políticas y sociales de la figura señera del General Isaías Medina Angarita, sin duda alguna le convencieron de manera firma e indoblegable, tal y como les ocurrió a hombres de la talla de Alberto Adriani y Arturo Uslar Pietri, entre otros, adelantar un vasto plan educativo y cultural que enarbolara como estandarte eterno la figura excelsa de Bolívar y sus sueños siempre signados hacia derroteros que no se quedaran, como lamentablemente ocurrió, solamente en la emancipación del dominio político de la corona española, pues a lo interno nuestras patrias siguieron siendo sometidas a los designios de quienes tenían el control absoluto de sus mejores tierras y las actividades productivas y mercantiles de todo tipo y tamaño, en el marco de un régimen de explotación de los pueblos muy similar al que por 300 años había impuesto el régimen colonial…
De manera que cuando Rugeles asume el compromiso de ordenar y publicar los poemas dedicados al Libertador, escritos algunos por autores, inclusive, del tiempo cuando el héroe aún no había exhalado su último aliento, como lo es el caso del gran poeta y patriota ecuatoriano José Joaquín Olmedo (2), nos está diciendo en alta e inmensa voz, que la gesta libertaria de Bolívar aún no ha concluido y es allí donde su aporte con este fabuloso libro se hace memorable.
En el prólogo que elabora para la presentación del libro, bajo el título “Apuntes Para Un Estudio Sobre La Lírica Bolivariana”, Rugeles nos dice, entre otras cosas:
“… Simón Bolívar une a sus títulos de Libertador y Padre de Naciones -que lo fue en una medida excelsa– la condición ética de escritor, la elocuencia del tribuno capaz de producir no sólo las proclamas que enardecían multitudes, sino también de pronunciar discursos como el admirable del Congreso de Angostura, de vigencia permanente en los pueblos de la Gran Colombia… ”
“…La figura del Libertador irradia destellos que raramente parten de un sol o estrella, por poderosos que sean. Tiene las premoniciones del visionario y del profeta, con la textura gallarda del paladín, cuando planea y da la batalla al frente de sus huestes transidas del más santo heroísmo.”
Agrega Rugeles: “Dícese que cuando César realizaba la conquista de las Galias, sus soldados caídos en el campo de batalla no expiraban hasta verlo pasar. A Bolívar lo sigue la multitud de la “guerra a muerte”; los hombres dejan sus chozas, y hasta sus mujeres grávidas marchan días y días por la inmensa llanura sagrada, en fanático y sobrehumano afán de libertad (..) Su humanidad es en todo sobresaliente, ya se le analice como estadista de genial visión, ya se le considere como el patriota ardido en el fuego revolucionario, ya se le atisbe arrebatado por la danza, en los salones victoriosos, donde descargaba sus preocupaciones después del combate, ya se le siga por la encrucijada, camino de la hora tibia y galante (..) Bolívar, a ratos, asombra como las creaciones de la antigua mitología. Su acción proteica rompe los moldes de todo equilibrio. Al igual que Ayax de Talamón, parece destinado a someterse a la misma naturaleza, si ésta se le opone. Nadie experimentó como él esa especie de arrobo que no excluye la emulación ante las cosas soberanas y magníficas del mundo material, como lo documentan su retórica violenta, su reto milagroso, después de la ascensión al Chimborazo…”
Más adelante, el poeta de los andes venezolanos prosigue en el prólogo, reafirmando su convicción de auténtico patriota, en cuanto a que el Libertador aún vive en la conciencia lúcida de los pueblos libres, cuando nos dice: “Bolívar, el capitán de la epopeya, es de pasiones tan ardientes, de tan variados matices de genio, que hasta los mismos historiadores y biógrafos que han profundizado en su vida y en su obra, se sintieron contagiados por ese fuego, como si a través del tiempo y la distancia, irradiara sobre ellos el misterioso resplandor de una llama sagrada. Su figura, nos ocurre, rebosa toda medida, escapa a los moldes fríos de los textos meramente históricos. Para ser interpretado cabalmente, como jefe y soldado, como conductor y estadista, como escritor y como hombre, como enamorado y como enemigo, se hace necesario el verbo del poeta.” 
Y sigue Rugeles: “Nada mejor que una antología compuesta por las voces más altas que, en todos los climas, de todas las latitudes, a través de todas las escuelas, sin distinción de fronteras, han exaltado su nombre para dar una semblanza completa de él…”
Es por ello pues, que Rugeles decide vocear el canto lírico inspirado en la gesta libertaria de Bolívar con la publicación de esa formidable antología, a través del cual logra regalarnos una pequeña muestra de ese verso de la más exquisita calidad (él precisa en el prólogo que no fue posible incluir otros poetas por razones de espacio y tiempo, aun cuando asegura allí que en esa obra están explícitos todos los que le cantaron).
Veamos algunos versos de esa lírica latinoamericana contenida en esta fabulosa muestra que logra seleccionar Manuel Felipe Rugeles:
Ricardo Miró (3) nos dice en su poema “Al Libertador”:
“Bien está que a tus plantas se prosterne la América, / si un día echó en olvido tu loca hazaña homérica / que surge, tras un siglo, con mayor claridad. / Pues si fuiste el más Grande Capitán de la Historia, / serás desde hoy, sobre este pedestal de tu gloria, / el Centinela eterno de nuestra libertad !

Vicente Huidobro (4) en su “Alegoría a Bolívar”, expresa su angustia al héroe al decirle:
“Ahora te preguntan tus estatuas: ¿Cumpliste con / la ley prevista de tu día histórico? / Y tú crees que sí. Y tal vez la razón sea contigo. / Simón, hay tinieblas sobre el mundo. Aún reina / la noche en tus Américas. / Hoy los hombres estamos empeñados en libertar al hombre de una exclavitud, si no mayor a la que tú rompiste. Estamos batallando por una libertad más alta que la tuya./ La libertad total a que aspiramos busca en estas tierras un nuevo y gran Libertador. / Pronto, Simón, desata tus amarras de las sombras, / desenvaina tu espada color lluvia bienhechora y toma / tu sitio en nuestras filas./ Ahí está tu caballo de ijares impacientes, vibrando como un gran violín de marsellesas y cantos resucitados. Ahí está esperando tu caballo.
/ Y detrás millones de jinetes como olas efervescentes. / Pronto nuestras montañas saludarán al alba que se acerca con un rumor de pasos milenarios que vienen desde el fondo de la historia con una Interminable procesión de esqueletos heroicos.”

Por su parte, el inmortal nicaragüense Rubén Darío (5), en su poema “Oda”, exalta la figura del héroe:
“¡Bolívar! Alto nombre / que de justo entusiasmo el pecho inflama, / fue semidiós, no hombre: / ante el tiempo lo aclama / la sonora trompeta de la fama. / La América garrida, / hoy levanta un clamor que se dilata / de la vega florida / del Orinoco al Plata / que turbulento su raudal desata. / Bolívar se levanta / con la aureola inmortal que orna su frente / y coloca su planta / sobre el Ande; y ardiente / sonríe con amor al continente. /

Antonio De Undurraga (6) en su “Memorial a Bolívar”, al igual que lo hace su coterráneo Huidobro, lanza un grito de angustia, cuando le canta:
“Hoy clamo a ti, Gran Ciudadano, a ti cara a cara, junto a las bocas del Orinoco, / hoy que hay tanto papel mojado, tanta hormiga naufragando en sus tratados y tan poca levadura en las columnas…/ Porque ¡ay! del ciudadano de los Estados Desunidos de la América del Sur, / ¡miradlo!, es sólo un cadáver sometido a autopsia en las aduanas; / en las tripas registradas y desinfladas de sus escuálidos enseres, / y ved cómo en sus trapos revueltos crece una levadura tuya que grita, no se resigna, y protesta: levadura de dios guillotinado / que no se resigna de tantos pasaportes, cambios diferenciales, preferenciales, demenciales, / de la clámide y la cláusula de la nación más aborrecida que protesta por la disputa del farol y el escarabajo en traje de Pierrot más astuto y más grande del mundo; / por la sempiterna pugna de sus hombres desnudos que sólo aceptan negociar entre sí sus almas en dólares; / por el chorro de la ola nocturna, por las gigantescas columnas de petróleo negro, quizá por su destino de la rica heredera! / Por eso, hoy he tenido la irreverencia de hablarte, ¡oh, Gran Ciudadano!, / yo que soy un hombre sin mando y sin cátedra, desvalido y verídico, / con sus zapatos sollamados por las cenizas / que la eternidad resta al Cotopaxi / y a la serena y vegetal compostura de las araucarias: / verdes indias siempre en armas….”

Miguel Otero Silva (7) en su poema “El Libertador”, reitera que su gesta aún pervive intacta en la conciencia del pueblo:
“Hoy la sombra está muerta frente a su pueblo vivo. / Frente a su mismo pueblo sobre el mismo paisaje, / rumiando el mismo pan y la misma amargura. / Pueblo que aún persigue por las rutas con sol / lo que la arrolladora voluntad de la sombra buscaba. / Hoy la sombra está muerta, mas su pueblo está vivo. / Pueblo vivo y en marcha con la mirada fija / en la bandera libre que tremoló la sombra. / Arar nunca es en vano. / Ni en el mar…”

Es realmente trascendente el contenido de esta selección de la obra lírica inspirada en la gigantesca hazaña del Libertador. Estamos convencidos que su mayor difusión es indispensable y muy necesaria en un interés colectivo para que esa figura tan inmensa baje de los pedestales de las plazas de nuestros pueblos de América y como símbolo de una obra libertaria que aún no ha concluido, retomemos bajo su inspiración no sólo su valentía, sino su entereza moral y sabiduría ilimitada, para que todos, unidos, podamos dar con éxito la batalla definitiva que nos garantice de manera plena la libertad soberana para construir nuestro futuro sin sobresaltos y sin vasallaje de nadie.
La espada de Bolívar está allí, más brillante que el sol, presta para continuar el combate y dar la batalla final que los pueblos latinoamericanos aún deben librar para garantizar por siempre su libertad plena y soberana.
Pablo Neruda (8), cuyo Canto a Bolívar es parte integrante de esa colección maravillosa que nos brindó Rugeles, constituye para nosotros no sé si el final o el comienzo de una llamarada lírica hacia un horizonte amplio y abierto, donde siempre nace el sol…:
/…Bolívar, Capitán, se divisa tu rostro. / Otra vez entre pólvora y humo tu espada está naciendo. / …Otra vez tu bandera con sangre se ha bordado. / Los malvados atacan tu semilla de nuevo; / clavado en otra cruz está el hijo del hombre. / Pero hacia la esperanza nos conduce tu sombra. / El laurel y la luz de tu ejército rojo / a través de la noche de América, con tu mirada mira. / Tus ojos que vigilan más allá de los mares, / más allá de los pueblos oprimidos y heridos, / más allá de las negras ciudades incendiadas. / Tu voz nace de nuevo; tu voz otra vez nace; / tu ejército defiende las banderas sagradas; / la Libertad sacude las campanas sangrientas / y un sonido terrible de sonidos precede / la aurora enrojecida por la sangre del hombre. / Libertador, un mundo de paz nació en tus brazos. / La paz, el pan, el trigo de tu sangre nacieron; / de nuestra joven sangre venida de tu sangre / saldrá paz, pan y trigo, para el mundo que haremos! / Yo conocí a Bolívar, una mañana larga, en Madrid, en la boca del Quinto Regimiento, / Padre, le dije:¿eres o no eres o quién eres? / Y mirando el Cuartel de la Montaña, dijo: / “Despierto cada cien años, cuando despierta el pueblo”.

 
Notas:
 
(1) La obra poética de Manuel Felipe Rugeles abarca los libros “Cántaro” (1.937), “Oración Para Aclamar Por Los Oprimidos” (1.939), “La Errante Melodía” (.1942), “Aldea en la Niebla” (1.944), “Puerta del Cielo” (1.944/45), “Luz de Tu Presencia” (1.947), “Canto A Iberoamérica” (1.947), “Memorias de la Tierra” 1.946/48), “Coplas” (1.947, “¡Canta, Pirulero!” (1.950), “Cantos de Sur y Norte” (1.954) y “Dorada Estación”, su obra póstuma (1.961).
Recibió en 1.947 el Premio de los Juegos Florales de México por su “Canto a Iberoamérica”, el Premio Municipal de Poesía en 1.945 y el Nacional de Poesía en 1.954. Durante su permanencia en Buenos Aires fundó una peña literaria junto a figuras de la talla de Rafael Alberti, María Teresa León, Juvencio Valle y Francisco Luis Bernárdez, entre otros
(2) Poeta y héroe ecuatoriano (1.780/1.847);.
(3) Poeta panameño (1.883/1.940);
(4) Poeta Chileno (1.893/1.948);
(5) Poeta nicaragüense (1.867/1.916);
(6) Poeta chileno (1.911/1.993);
(7) Poeta y novelista venezolano (1.908/1.983)
(8) Poeta chileno (1.904/1.973), quien falleció el mismo año del asesinato de Allende y la toma del poder por los fascistas de la oligarquía criolla, en complicidad con los grandes capitales extranjeros y el apoyo absoluto de la CIA, bajo la directa inspiración de Henry Kissinger.
(9) Además de los poetas que hemos mencionado, el libro recoge versos y prosa de otros muchos bardos latinoamericanos, entre los cuales podemos mencionar a: El prócer cubano José Martí, Andrés Eloy Blanco, Miguel Antonio Caro, José Asunción Silva, Carlos Guido Spano, Carlos Pellicer, José Santos Chocano, Rufino Blanco Bombona, Andrés Mata, Alfredo Arvelo Larriva, Antonio Arráiz, Juana de Ibarbourou, J. B. Lamarche, Tomás Ignacio Potentini, Salvador Turcios, Alberto Arvelo Torrealba y Héctor Cuenca.
 

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